viernes, 15 de marzo de 2013

La Yenka de los Museos


Por J. Vipsania.

Recuerda el título de esta larga entrada a los odiosos “Enrique y Ana”, duo infantil que se hizo famoso cantando y bailando “La Yenka”, con aquel machacón estribillo de "♪ ...izquierda, izquierda, derecha, derecha, adelante, detrás, un, dos, tres,… ♫", que dejaba a los niños mareados y descompuestos sin saber hacia donde debían dirigir sus pasos de baile.

Viene esto a cuento de los vaivenes en la gestión de los dos museos estrella de Oviedo, Bellas Artes y Arqueológico “aunque tanto monta, monta tanto”, cuyas problemáticas parecen saltar a la prensa con estudiada cadencia, como el estribillo de nuestra canción infantil.


En primer lugar es pertinente abordar la historia inconclusa de la “Sucesión” del Museo de Bellas Artes, propia de un culebrón pero incomprensible si se trata desde la perspectiva de una gestión seria. Todo cuanto afecta a este Museo depende de un patronato que actúa como órgano gestor colegiado, donde tienen representatividad especialistas de distintos ámbitos, algunos designados por la Junta General del Principado a propuesta de las formaciones políticas. 


El error y la más que probable ilegalidad de mantener como director del Museo en funciones y a la vez como Consejero de Cultura a Emilio Marcos, a lo largo de los diez meses de (des)gobierno de Foro Asturias Ciudadanos, dio pie a toda suerte de suspicacias respecto a sus intenciones: como siempre ocurre en estos puestos eternos, donde el saliente tiene el culo pegado con loctite al sillón, este pretende dejar nombrado a un sucesor de su cuerda, que continúe con su gran obra y a ser posible le siga permitiendo mantener “cacho” en una institución que el cesante considera como su segunda (o primera) casa: lo mismo que hizo el fallecido Chávez con Maduro en Venezuela, sin importar el incumplimiento de la Carta Magna venezolana, pero sin necesidad de llegar al embalsamamiento (aunque poco falta). 

Según ha trascendido, en una de las reuniones del órgano colegiado –en febrero de 2012, quizá la única en tiempos del forismo– Emilio Marcos Vallaure pretendió dejar establecidas cuestiones relativas al proceso selectivo y al mal llamado tribunal que haría la selección, algo a lo que se opuso Gema Llamazares, a la sazón galerista y vocal más antigua del Patronato, nombrada a propuesta del Partido Popular. Al parecer tal cuestión no estaba contemplada en el orden del día, al margen de que se alude a falta de pluralidad en la comisión propuesta. Nombrada en noviembre de 2012, y por unanimidad del Patronato, como miembro de la comisión de selección (que no tribunal), con posterioridad, al representante de Foro, nuestro Paquito El Chocolatero, y a Javier Barón, representante a su vez de Javier Barón en el Patronato, no les pareció procedente la presencia de una galerista en el elenco selectivo, cuando al parecer es algo perfectamente legal.


Se defiende frente a sus críticos Gema Llamazares en un artículo titulado "Verdades que constan en acta", publicado en el periódico regional La Nueva España. Quiero creer que el acta donde deben constar tales verdades, no es la misma que se dio por desaparecida en la primera reunión del Patronato presidida por la actual Consejera de Educación y Cultura. Según una noticia de prensa no fue posible cumplir con lo que suele ser el primer punto del orden del día en los plenos de órganos colegiados, casi siempre un mero trámite, a saber “lectura y aprobación del acta de la última reunión”, porque simple y llanamente, no había acta que aprobar. Por cierto, que el funcionario que ejercía de secretario del Patronato en los tiempos de Foro, y por tanto era responsable de la legalidad de los procedimientos y de la redacción y custodia de las actas, era el por entonces Secretario General Técnico de la Consejería de Cultura y Deporte, Roberto Moro Tella, recientemente imputado por un presunto delito de prevaricación en su etapa como Secretario Técnico en la Consejería de Bienestar Social.

En segundo lugar, algunos rápidos apuntes a propósito de la dirección del Museo Arqueológico. Cesada como directora Diana Bernardo, funcionaria de la Consejería de Cultura, porque un juez consideró que su nombramiento fue ilegal, los foristas se inventaron para la elección del puesto una nueva comisión, integrada por un notable grupo de expertos. No existiendo patronato gestor en lo referido a este Museo, de titularidad estatal, ignoramos quién o quiénes fueron los encargados de reunir a las cabezas pensantes que actuaron como comisionados. El caso es que decidieron otorgar el puesto a un tal José Javier Fernández Moreno, que venía de ocupar cargos de responsabilidad administrativa en Castilla-León. 


Lamentablemente la oscuridad caracterizó a este personaje y a su etapa de apenas diez meses, así que poco o nada se puede decir, salvo que no hizo nada. A este respecto resultaron chocantes las declaraciones del nebuloso Moreno en la prensa local de su tierra a la vuelta de su aventura transmontana: vino a decir que como somos mayorcitos, nos vamos de donde no nos quieren y de donde nos ponen trabas para desarrollar un proyecto. Está claro que el cambio de gobierno y responsables políticos en la Consejería no le sentó demasiado bien, pero lo peor no es que no te quieran, sino que seas incapaz de generar pasión alguna: ni odios ni querencias, inodoro y sombrío.


Y diez meses son un plazo razonable para hacer algo, lo que sea, si es que de verdad tenía algún proyecto. Pero ni solucionó las carencias de la exposición permanente, ni fue capaz de solventar los problemas de personal que impiden abrir el Museo los martes, incumpliendo la ley de Museos; tampoco hubo desarrollo de actividad alguna, salvo la organización de conciertos de música clásica en el claustro, que al menos sirvieron para mejorar las estadísticas de visitantes; y fue incapaz de establecer protocolos adecuados de entrega de materiales e informes, de manera que los plazos en tema tan importante y sensible se alargaban innecesariamente. En definitiva nada de nada de nada de nada, a pesar de gestionar un órgano desconcentrado que rendía cuentas directamente a la Dirección General de Patrimonio Cultural y al que se suponía cierta dosis de independencia. Demostrado que al menos la programación musical si se le daba bien, al igual que el desarrollo de la jerarquía directiva (¡que menos para un nivel 28 de la Administración!), ahora en su nuevo puesto en tierras castellanas quizá logre resarcirse. Porque lo que es de gestión de museos, arqueología y procedimientos administrativos, en estos lares insisten en que no entendía ni papa.


Por cierto, que allá por el mes de marzo de 2012, aprovechando una visita a Oviedo, me acerqué a conocer el Museo y me dieron una entrada, numerada, que recuerdo era un veinticincomil y pico; “un buen número de visitantes en el primer año de apertura”, pensé. Como una es como el turrón y vuelve a casa por Navidad, hice una nueva visita entonces al Arqueológico, ya con el ínclito recién cesado a petición propia: me expidieron una entrada, pero esta vez sin numeración. También me encontré algunas piezas al revés, que en mi visita precedente estaban correctamente colocadas. De ambas circunstancias concluyo que, por un lado las estadísticas no le importaban nada a este señor, o bien lo eran todo; o bien era más barata la impresión de talonarios de entradas sin numeración. Por otro, que a pesar de la cantidad de técnicos que tiene el Museo, la responsabilidad de manipular las piezas era de los operarios de la limpieza, lo que no deja de ser un buen recurso de optimización del personal, en este sentido al menos.

Para llenar el “agujero negro” (infausto vacío dejado por el oscuro Moreno) la Consejería de Cultura ha adoptado una solución de urgencia: poner a uno de la casa. Como cuando el Madrid puso a Del Bosque. Y de hecho, como cuando se nombró a Diana Bernardo, Jefa de Servicio en la misma Consejería de Cultura, al igual que el ahora nombrado. Quizá a partir de ahora el Museo Arqueológico tenga suerte y, como el Madrid de entonces, gane la copa de Europa. Según la filosofía del bueno de Vicente, si tienes grandes futbolistas basta con poner a cada uno a jugar en su puesto. Desde luego, si el recurso sale bien, sería una buena solución también en el caso del Bellas Artes, donde por cierto, tampoco parecen estar echando mucho de menos un director.

Porque si hay algo que la experiencia insistentemente se ha empeñado en evidenciar en el caso de Asturias, y no solo aplicable al Museo Arqueológico o al Museo de Bellas Artes, es el principio que sigue: "mejor (y más barato) un museo sin director que un director con museo"

Quod erat demostrandum.

2 comentarios:

  1. Digamos que el cesado director del MAA organizó alguna actividad más que las citadas: convirtió un museo PÚBLICO en un espacio VIP para solaz disfrute y promoción de la Fundación Mutua Madrileña, con una visita a museo cerrado a cargo de esta empresa (ver http://www.fundacionmutua.es/Detalle-Evento.html&cid=1181558150338). ¿a cambio de qué?; ¿por qué un espacio público se cierra para una empresa-fundación privada?. Que diferencia con las actividades que se empiezan a programar bajo la nueva dirección (en este caso, ver http://www.asturias.es/portal/site/webasturias/menuitem.6282925f26d862bcbc2b3510f2300030/?vgnextoid=801d7e0e433fc310VgnVCM10000097030a0aRCRD&vgnextchannel=79f402a263b6e210VgnVCM1000002f030003RCRD&i18n.http.lang=es)

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  2. Supongo que a eso se refiere cuando habla del "retorno social" de la gestión cultural en la entrevista enlazada en el post. La cultura y los espacios culturales se cierran para determinados grupos, alentando así una formula de disfrute cultural elitista e insoportable. Lo siguiente ¿que era?; una vez usamos el museo para conciertos de música clásica y lo cerramos para fundaciones privadas... ¿cerramos el prerrománico o las cuevas rupestres para grupos concretos que estén dispuestos a pagar una pasta gansa con tal de tener una experiencia cultural exclusiva?; o acabamos como el Ferreiro, "prestando" las instalaciones públicas de un Museo para que unos recién casados disfruten de una noche de bodas especial?...

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