Por La Lira de Nerón.
Una de las actividades culturales que
caracterizan a la ciudad de Oviedo es sin duda la ópera. Para los
entendidos y para los aficionados este espectáculo es el más
completo puesto que une música y la orquesta, una historia o una
trama y el montaje de un escenario, todo ello en directo.
A pesar de la crisis actual la Ópera
de Oviedo resiste y aguanta. Quién lo diría cuando hace años era
frecuente escuchar críticas a este tipo de espectáculo basadas en
los argumentos como su alto coste o que se trataba de un espectáculo
propio de una minoría. La verdad es que la Asociación de Amigos de
la Ópera ha sabido transformarse en estos últimos años dando una
solución a largo plazo a aquellas polémicas. El montaje de una
fundación ha permitido recibir la ayuda de múltiples patrocinadores
privados posibilitando una gestión más acorde con los tiempos.
A pesar de ello, el elevado coste de
las producciones de este tipo se traduce en que continúe necesitando
ser subvencionada, y no se trata de poco dinero. Hoy en día,
sumergidos de lleno en la ola neoliberal en la que nos encontramos,
este tipo de subvenciones volverán a ser puestas en solfa con
seguridad. Sin embargo el dinero que se gasta en cultura, igual que
el dinero que se gasta en cualquier otra cosa, es un dinero que
fluye, un dinero que se mueve, que da trabajo, que genera impuestos,
compras, ventas... Y esa es la esencia del sistema, ¿no? Que el
dinero se mueva.
Alguno argumentará que puede gastarse
el dinero generando nuevas fuentes de ingresos. Es decir, que
resultaría más rentable gastar el dinero público en crear una
empresa rentable que luego funcionara sola, por ejemplo. Pero esta
exigencia no es más que una máxima neoliberal completamente
injusta, puesto que nadie discute la construcción de autovías que
no se utilizan, o de puertos que se utilizan a la mitad de su
potencial, o de redes eléctricas que sólo benefician a los
accionistas dueños de la empresa que producen energía. Los únicos
gastos de dinero público que sirven para crear riqueza de esa forma
tan idílica son los viveros de empresas y algunas subvenciones a
empresas y trabajadores. Todo el resto del dinero público que se
gasta tiene otras finalidades que pueden resumirse en mejorar la vida
de los ciudadanos, bien sea su salud, su educación o su bienestar en
diferentes ámbitos, como pueda ser el cultural. Y en todo caso,
moralmente estoy muy tranquilo: cuando Oviedo se haya gastado en la
Ópera los mismos 6000 millones de pesetas que se gastó en un
estadio de fútbol para un equipo de tercera regional, entonces
empezamos a cuestionarnos estas cosas.
El caso es que la Ópera de Oviedo
genera trabajo. Si uno indaga un poco entre el público descubrirá
unas cuantas personas venidas de fuera de la ciudad para disfrutar
del espectáculo. Se sorprenderá también cuando sepa que los
artistas que participan en ella viven durante varios meses en Oviedo
mientras ensayan y se preparan. Vivir significa gastar...
Puede decirse también que se trata de
un espectáculo bastante popularizado, desmintiendo el mito de
tratarse de un espectáculo de minorías. El aforo del teatro supera
los 1400 asientos. La realidad es que se suele llenar siempre en
todas las funciones. Pero supongamos que no se llena, que van 1200
personas a cada función. Si hay 5 óperas, 25 funciones en total, lo
que nos llevaría a 30000, más de 6000 oyentes por ópera. Para una
ciudad de 200 000 habitantes no está mal.
Seguramente muchos consideren que es
muy caro, y que estamos subvencionando que vaya una minoría. No cabe
duda de que muchos aficionados pertenecen a la clase económicamente
más alta de la ciudad. Un asiento en el patio de butacas cuesta hoy
en día 140 euros, sin duda mucho menos que una entrada para ir a ver
al Real Madrid, que la más barata que hemos encontrado pasa de 300
euros; el equivalente a un patio de butacas del Campoamor, es decir,
una entrada VIP para el Real Madrid no baja de 500 euros.
Siempre se puede argumentar que la
Ópera de Oviedo no la mejor ni la más cara de España, como puede
suceder con el Real Madrid. Así que podemos comparar con el Sporting
donde hay que pagar como mínimo más de 60 euros para ver un
partido, desde luego que no en la mejor zona del estadio. Visto así
la ópera no nos parece tan cara... Y por cierto, el Sporting también
está subvencionado. El caso es que desde 40 euros se puede ir a ver
un drama musical. Resulta obvio que la gente necesitada no podrá ir,
pero tampoco podrá ir a ver al Sporting y el fútbol no se critica
como algo propio de minorías.
Por ello, aprovecharemos la ventana que
supone La Fisga para comentar de vez en cuando alguno de estos
espectáculos. Y es que con la música pasa lo mismo que con el resto
de la vida cultural en Asturias. Los medios de comunicación son juez
y parte. Cualquiera que haya ido alguna vez a un concierto o a una
ópera y haya leído después la crítica o los comentarios en la
prensa escrita se habrá hecho las tres siguientes preguntas: ¿qué
fuman estos críticos? ¿habremos ido al mismo sitio? ¿pero de qué
habla este? Por eso intentaremos ofrecer una opinión un poco más
sencilla y más humana.
Estoy bastante de acuerdo en los argumentos generales que se exponen ,pero creo que la comparación entre ópera y furbol no es pertinente, y recientes acontecimientos lo ponen de manifiesto. Mientras la Asociación de Amigos de la Ópera de Oviedo, busca "mecenas", con contribuciones a partir de 2.000 euros, lo que establece, claramente, una cierta participación elitista, el Real Oviedo, club de futbol de 2ªB, consigue 1.500.000 euros con pequeñas aportaciones en 15 días, gracias a lo cual desembarca un "mecenas" futbolistico, rico y creso, que aporta 2.000.000 de euros más. El futbol es otra cosa: nadie que no asista a la ópera invertirá en ella, sin embargo en el Real Oviedo ha invertido dinero gente que le importa un bledo el futbol, pero a quien no es indiferente este club. Hay un sentimiento detrás, algo irracional, un noseque dificil de explicar...
ResponderEliminarHola Igor: efectivamente no es comparable el tema a nivel de mecenazgo, pero la comparación era desde el punto de vista del espectador y del precio de la entrada. En cuanto al tema del fútbol, efectivamente es muy irracional. Que la gente no se planteé que los clubes de fútbol están en manos de lobbies empresariales cuyo único interés es utilizar ese resorte para que sus empresas se beneficien de la contratación pública del Ayuntamiento de turno y para abrir mercados... y que cuando falte dinero, en vez de responder con el suyo, manipulen un "sentimiento" y se lo estafen a un montón de gente, de 15 en 15 euros en plan campaña de Obama, creo que revela una enorme irracionalidad...
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